martes, 11 de marzo de 2014

UN 11 DE MARZO COMO MUCHOS OTROS. SOLO HASTA EL 2004



No quiero colgar una foto, no quiero poner un crespón negro de duelo, no quiero adornar el día del atentado del 11 de marzo del 2.004, y menos a todo color, me gustaría sólo poner matices grises, y únicamente por respeto a la gente que aún llora la muerte de sus seres queridos,  he de quedarme parada, esa gente, sus familias y amigos, no tienen un día de luto como los demás, tienen 365 días de pena y abandono.

Mi recuerdo hoy es para esa gente que sigue pintando de gris sus días, porque aquellos que perdiero,  en un día como hoy,  pero hace diez años, nada menos, a sus seres queridos. Es imposible apoyar a gente que no conoces, no los puedes abrazar, no puedes llorar con ellos, porque no sabes quienes son. Sólo puedes esta ahí. Sin más, ni demasiado triste, ni demasiado contenta, sólo por respeto. 

Se, que esa gente que perdió a los suyos se levantan cada día acordándose de ellos, los que nosotros llamamos vícitimas, pero que todas tienen nombre y apellidos, incluso apodos, 191 personas fallecidas, y 1.858 personas heridas, todas con vida e historias propias ya pasadas, que nosotros, y gratuitamente generalizamos con el nombre de víctimas.

Hace diez años, en el 2004, una serie de ataques terroristas en cuatro trenes de cercanías de Madrid, llevados a cabo por la red terrorista Yihadista, nos despertaron, diez explosiones casi simultáneas, entre la 7:36 a 7:40 sesgaron la vida de 191 personas, y repito también a 1.858 personas las hirieron, y les hirieron el corazón para siempre.

Todo expantoso, todo gratuito, quien puede hacer una barbaridad así por alguna causa que no sea la injusta y cruel.

Yo no puedo decir que me siento triste, si siento mucho todo lo que paso, pero yo sigo mi vida, no conzoco personalmente a ninguna de las personas que murieron en ese atentado ni a sus familias, no pongo ni nombres ni apellidos a nadie, no les pongo cara, y no puedo llorar por ellos, sería una osadía.

Lo único que me queda es rezar por sus familias, que sigan con fuerza, saliendo adelante, y que todos tenemos alguien que nos espera arriba.

Solo tengo rabia porque  las muertes de esas gentes fueron absurdas y sin sentido.

Yo solo puedo ofrecer mi empatía hacia la gente que sufre, pero no puedo llorar su muerte, como la lloran los suyos.

Seamos sinceros, y respetemos el dolor de los demás. 

Un beso en un martes negro.


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