sábado, 14 de mayo de 2016

LA FAMILIA


De nuevo me siento delante del ordenador, temprano, sin ruidos en casa, con tiempo para escribir, porque hoy es sábado, con ganas de hacerlo, porque me he puesto a limpiar, y solo se me ocurrían cosa que contar. Pues nada os cuento un poquito, de algo que no tiene mucha importancia, y que quizás, no se interesante, y con la osadía de pensar que podáis leerlo sin aburriros demasiado, y si os resulta pesado, tan fácil como no continuar. Y yo encantada de que paréis. El otro día una amiga, bueno conocida, me dijo que leía mi blog pero que le resultaba muy largo, pero que estaba muy bien, y le contesté, si te resulta largo es que no te gusta, y no pasa nada.

Por que hay que ser sinceros, sino quisiera gustaros, no tendría un blog y no escribiría, tendría mi diario secreto, como los que teníamos cuando éramos pequeñas, y nos regalaban los Reyes Magos, con candado incluido, para que fuera más secreto aún, en el que escribir lo que últimamente escribo por aquí. Y sin esperar respuesta alguna. Pero tampoco pretendo mucho más, y por supuesto no intento que penséis igual que yo, ni gustar a todo el mundo, sería un horror. Pero debemos hablar de lo que creemos, con firmeza, y sin miedo a que los demás crean en otra cosas. Y sin intención de imponer nuestras creencias, y respetando las demás. Faltaría más.

Pues por ahí va hoy lo que os voy a contar, ayer fui a un conferencia, que sabía perfectamente, que de lo que iban ha hablar a lo mejor, no me iba a gustar mucho, pero si que sabía que el ponente era una persona muy cualificada para hablar de ello, de la familia, y aunque en estos momentos no encaje mi familia en el tipo de familia de la que iba hablar él, me atreví a ir. 

Era consciente de que saldría de ahí con el cuerpo revuelto. La conferencia estuvo bien, el ponente impecable, cercano, y con las ideas muy claras, pero sin intentar molestar, respetuoso con opiniones contrarias a las suya, pero insisto, con fuertes convicciones, ese tipo de gente me gusta. Salí relajada, contenta de haber ido, a sabiendas de que me iban a regañar, y que me iba a sentir identificada. Le eche la culpa al cocido que me había tomado al medio día con un buen amigo mío, y que parecía que eran las ocho de la tarde y aún no había digerido. 

Pero no, no fue el cocido, fue mi conciencia la que estaba empachada, fue lo que me contaron, me hablaron de la familia, de la familia de un papa, una mama y uno o más hijos. De esa familia que aunque nos quieran vender otra cosa es la que funciona, de querer que esa familia perdure, de querer educar a nuestros hijos en ese marco de seguridad, que les va a causar confort y se van a desarrollar mucho mejor como personas. De que esos niños que viven en esa familia querrán formar una familia también y para siempre. De la necesidad para todos de que las familias sean para siempre. De que el papa y la mama siempre también estén juntos para siempre. Simepre, siempre, siempre, retumba en mis oidos. Como lo que me dijo el cura el día que me casé: Hasta que la muerte nos separe.

El planteamiento genial, la exposición impecable, sus creencias inamovibles, y su forma de trasmitirlo dulce y tranquila. Irradiaba paz, y fue agradable escucharle incluso me resultó corta.

Pero como un sermón o una reprimenda, me fastidió, porque yo ya no pertenezco a la familia, o a la única familia que el consideraba que era viable, yo pertenezco a no se que pero en mi casa, ya no hay un papa, una mama y dos hijos. En mi casa hay una mamá y dos hijos. Y el invento este del tebeo, que no está mal, pero..., unos hijos que siendo tus hijos para siempre, sólo están una semana si y una semana no contigo, y en verano cada 15 días.

Y eso como lo tengo que llamar yo, no es una familia, tenemos que hablar de familias tradicionales y otro tipo de familias. No se, sigo rara, incluso cabreada, porque yo también conocí a un chico, me enamoré locamente de el, montamos una familia, nacieron nuestros hijos, y muchos años después, eso no funcionó, y mira que lo intenté y mira que me esforcé y mira que también me equivoque. Pero no funcionó.

Ya no tengo familia, eso no es verdad, yo sigo luchando con todas mis fuerzas por mi familia, sigo intentando que mis hijos aprendan una educación con valores, que crezcan fuertes, independientes, honestos, buenos de corazón, cariñosos y amables con el mundo. Pero me faltaba algo.

Estoy enfadada con la familia que intenté formar y a pesar de todo el esfuerzo no conseguí que siguiera, estoy enfadada cuando mi hija pequeña me dice me casaré y tendré 4 hijos, y yo respondo que barbaridad!!!. Estoy enfadada porque quiero que crea en la familia, en el amor entre dos personas y que ella pueda montar una familia sin miedo al fracaso, y sin miedo a que a sus padres no les funcionó.

Pero a pesar de seguir enfadada, ayer me relajé un poquito, conseguí mi objetivo, sabía que todo lo que me iban a contar no me iba a gustar pero saque conclusiones, me sentía culpable por pasar mis miedos a mis hijos, por no dejarles creer en lo que yo he creído toda mi vida, en la familia. Me siento mejor, porque se que a partir de ahora me esforzaré en animar a mi hija en que si quiere formar una familia lo haga, que le saldrá bien, que tendrá unos hijos preciosos, y un marido que la querrá mucho, que se esfuerce, que pelee por querer querer. Y que apueste al caballo ganador.

Y sino le sale bien, como a mí, pues ya estaré ahí par ayudarla, si puedo, a asumir que no todo sale como queremos, pero que nos tenemos que esforzar, que ha veces nos caemos y nos equivocamos, y está muy bien, porque sino te caes, no te levantas, y si no te equivocas no vuelves a retomar el camino correcto.

Estoy enfadada y contenta, estoy hecha un lío, creo en la familia, la del papa mama e hijos, pero también creo que hay mucha gente como yo que vive otro tipo de vida, tan respetuosa como la primera, y no la única, intentando educar a sus hijos con las creencias de siempre. Que no lo estoy haciendo mal, pero que es difícil hacerlo sola, y como dijeron ayer, y así lo hizo el conferencias, cuenta bonito lo bueno que tienen las cosas. 

Me gusta mi vida, me gustan mis hijos, me gusto yo como soy y como me comporto, y cada vez estoy mas tranquila, y pausada, y más cansada, claro. Pero yo no tengo una familia. Anda ya.

Por cierto hoy no hay foto, porque no se que foto poner, lo de mama, papa y dos niños, no encaja en estos momentos conmigo. Que foto podríais vosotros? 

Besos y buen fin de semana.

2 comentarios:

  1. Gracias Cristina por tu reflexión. Yo estoy como tu y aunque me siento muy bien sola, me hubiera encantado que mi matrimonio hubiera funcionado

    ResponderEliminar
  2. Gracias Cristina por tu reflexión. Yo estoy como tu y aunque me siento muy bien sola, me hubiera encantado que mi matrimonio hubiera funcionado

    ResponderEliminar